martes, 1 de enero de 2013

Fin de Año a lo cubano


El cubano tiene, desde 1959, una manera muy especial de esperar el Año Nuevo. Coincidentemente, se le dice adiós al Año Viejo y se espera al ‘recién nacido’ con otra motivación adosada a los festejos, el aniversario del triunfo de la Revolución. 

Desde que tengo uso de razón, una cosa siempre ha estado ligada a la otra. Desde niño recuerdo ese día como una fiesta con ‘sabor’ a conquistas, mas que de alegría por el comienzo de un nuevo año. La historia quiso que el dictador Fulgencio Batista huyera aquella medianoche del 1 de enero de 1959 y, que en esa fecha, Fidel anunciara el triunfo de la lucha que venía encabezando desde hacía algún tiempo. Yo nací casi dos años después, a inicios de diciembre de 1960. Así que crecí junto con esa Revolución y sus sonados aniversarios.

Desde entonces la fiesta se divide en dos partes. Los que se quedan en casa para celebrar, que son la mayoría de los cubanos, suelen comer sobre las 8:00 de la noche. El menú es muy parecido al de la Nochebuena, sólo que en vez de arroz blanco, acompañado de frijoles negros, se hace el conocido “congrí”, llamado también ‘arroz moro’ o ‘moros y cristianos’. La carne de cerdo sigue siendo el plato principal, unas veces asada, y otras frita o hecha bistec, y se acompaña con yuca con mojo. Después, como a las 10:00 p.m. el ron y la cerveza empiezan a surtir el efecto deseado por los más tímidos. Todos terminan bailando casino, a ritmo de contagiosos sones y guarachas.

Cuando dan las 12
En mi pueblo, Güira de Melena, la costumbre era y sigue siendo ‘quemar’ el Año Viejo. Próximo al 31 de diciembre es común ver en los portales de las casas un ‘muñecón’ que los niños confeccionan con ropa ya en desuso y que rellenan con paja, aserrín o hierba seca. Como elementos folclóricos, casi siempre el susodicho ‘Año Viejo’ lleva un tabaco en la boca y luce un viejo sombrero de yarey.

A las 12 en punto, en la mayor parte de los hogares cubanos suena el Himno Nacional, ya sea a través de la radio o la televisión, que se encadenaban y siguen encadenándose para la ocasión con el acostumbrado comunicado del gobierno. En realidad, en cada casa ese momento se vive hoy día de una manera diferente. No hay por que encasillarse. La quema del ‘muñecón’ es, en el caso de los guireños, el momento cumbre de la fiesta. Se le dice adiós al año viejo y con un brindis se le da la bienvenida al año que comienza.

¿Navidad o fin de año?
Con el paso de los años, la mayor parte de los cubanos asumiría la fiesta de Año Nuevo en sustitución de la Navidad, que dejaría de celebrarse en 1969 no por razones antirreligiosas, sino por los ya conocidos argumentos de que la zafra azucarera necesitaba del esfuerzo de todo el pueblo, aunque muchos siguen pensando que fue una inciativa del gobierno cubano para responder las provocaciones de la Iglesia. Esa fecha intrínseca en la cultura cubana del 24 de diciembre sería sustituida, en parte, de forma pública con los festejos por el advenimiento de los sucesivos aniversarios de la Revolución.

La primera etapa de mi niñez no dejaría registrado ningún recuerdo de esas celebraciones. Mas a partir de los seis años, comenzaría a involucrarme en la fiesta revolucionaria al nivel de cuadra. Luego, con el paso del tiempo, y la llegada de la adolescencia y después de la juventud, serían otros mis intereses y la manera de celebrar el 1 de enero, ya más como Año Nuevo que como triunfo revolucionario, pues este argumento, por entonces sonaba algo repetitivo.

No se puede hacer leña del árbol caído porque a veces renace. Así pasó con la Navidad, que ‘regresó’ hace algunos años. Ahora las dos fechas comparten, oficialmente, el mismo espacio social, aunque todavía compiten por el rango de importancia pública. Pero para la mayoría de los cubanos, la situación económica de estos últimos años ha traído el dilema de celebrar en grande la Nochebuena o el Año Nuevo. Como dice mi cuñado Culey: “Uno se tapa hasta donde le llega la colcha”. Continuará...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recuerdos nostálgicos de la tierra cercana y lejana.
Voces dulzonas, cálidas, con sabor a tierra rojiza. Cariñosos,envolventes recuerdos de la patria de la infancia. Una patria siempre diferente, personal, perdurable como los cimientos de todo el andar.
Sinuosos caminos latinoamericanos, encontradas y contradictorios casi siempre.
A través de la lectura de estas entregas intimas, Roque, nos hace conocer pormenores de una identidad propia y de la tierra cubana, en un tiempo de cambios estructurales. Cambios que influyeron en la filosofía, la ciencia, la socialización,la política, la economía, la educación, no solo en Cuba: En múltiples países.
Para bien y para mal de las personas, como siempre sucede en los cambios estructurales, desde los principios, el pensamiento hacia una nueva era.
Avances y retrocesos en todos los órdenes. El rodar de la experiencia colectiva.
La memoria individual y social va elaborando una historia, siempre parcializada, a veces no objetiva, al no cotejarse minuciosamente documentaciones de todo tiempo y lugar en conjunto. Causas y efectos.
Cuba, el ala dorada de un periodo, modelo de sacrificio y austeridad, de aislamiento, de ilusiones y distorsiones, pese a todo, y a todos los estamentos, sigue sonora, dulce, rítmica, alegre, creativa.En la bonanza ficta o en la pobreza real, dolida. Aun así, sabe reciclarse asimismo con la creatividad propia de los que aman la vida y su ritmo.
Una comprobación lo son el arte expuesto por estos dias en España sobre las heladeras,(icono actual), reciclaje de las ideas, critica aguda, mediante el arte. De la nueva escultura, instalaciones...? !!!
Un pueblo que se recrea no pierde sus orígenes.

¿Sería esta la respuesta a las preguntas o dudas como Juan Carlos Roque se plantea en una revisión, evocación, de su infancia?
Svana Cvitan