lunes, 18 de mayo de 2009

¡La Alta Casa de Estudios me abrió las puertas!

Mi vocación era otra

Me parece estar tocando a la puerta de la secretaría general de la Escuela Pedagógica ‘Presidente Salvador Allende’, en el municipio habanero de Boyeros. Aquella mañana de julio de 1976 me entregaron mi expediente escolar y la carta con la que se oficializaba mi baja de ese centro docente. Ese cuarto año de la carrera de magisterio me había dado la posibilidad, con sólo 15 años, de rectificar mi orientación vocacional.

Durante ese curso escolar 1976-77, en que tuve mi primera práctica como maestro frente a un aula de primer grado, me convencí que lo mío no era la docencia y que, sin lugar a dudas, el periodismo había tocado a mi puerta, y de qué manera. Durante los tres años anteriores, mientras estuve recibiendo las clases y formándome como maestro emergente (empecé la carrera a los 12 años), me fui acercando al arte de hacer radio, con mis frecuentes apariciones en la radio base de la Escuela Pedagógica. Aquella experiencia juvenil me despertó la curiosidad por descubrir cosas más allá de las frecuencias radiales y el éter.

Con aquella escasa edad y con sólo décimo grado terminado, tenía que buscar la manera más factible de enrumbar mi destino. Terminar el 11 y 12 grados en una Escuela Preuniversitaria en el Campo no me daba ninguna seguridad para matricular la carrera de Periodismo, que siempre contaba con pocas plazas y era muy discutida entre los estudiantes.

No me quedó más remedio que apelar a mi vocación. Como no tenía edad laboral, comencé a trabajar de manera voluntaria en el departamento de Finanzas de la UJC de Güira de Melena para, de esta forma, acceder a la Facultad Obrero Campesina del municipio Alquízar, en el curso para trabajadores, única manera de terminar la enseñanza preuniversitaria.

Mientras, trabajaba y asistía a las clases de jueves y sábados, y las combinaba con la función de corresponsal voluntario de Radio Ariguanabo. En esa emisora recibí el apoyo de Marta, Magaly Pérez, Freddy Díaz y Eliza Franchi-Alfaro y otros colegas, que me enseñaron el ABC del periodismo y me estimularon a continuar mis estudios superiores.

Aquel ejercicio del periodismo me proporcionó la práctica necesaria como para salir del ámbito regional y enviar mis informes a Radio Reloj, la emisora del tiempo y las noticias. A él le debo enseñanzas como profesional de la palabra. Con su labor motivó en mí y muchos otros corresponsales, el amor por esta profesión.

Hasta en los periódicos Granma y Juventud Rebelde llegué a publicar informaciones que se generaban en el municipio. Fue así que me di a conocer en el medio, y hasta un programa juvenil llegué a producir y presentar junto a Mayda González, en mi querida Radio Ariguanabo.

Una vez terminada la Facultad Obrero Campesina, me presenté en la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana, por aquel entonces en la esquina de Zapata y G, en la Facultad de Artes y Letras. Hasta allí fui con avales de Radio Ariguanabo y Radio Reloj y solicité la carrera de Periodismo (curso para trabajadores). El vínculo laboral de manera permanente con un medio era primordial. Yo lo estaba, pero no de manera fija. Pero tuve suerte. Otorgaron 60 plazas; yo fui el 58 en la lista. ¡La Alta Casa de Estudios me abrió las puertas! Continuará…